Los que no pensamos mucho en ello (o sea, no psicologos, sociologos y anexos) cuando llegamos a enfrentarnos a un hecho que nos muestra como aun cosas relativamente simples vividas en la niñez nos afectan en la edad adulta podemos llegar a asustarnos.
Ayer fue el ultimo dia de febrero y como tal, el ultimo día de validez de mi tarjeta de lealtad de vips para ese mes. Eso aunado a una promoción que tenían con 4 tipos diferentes de crepas a 37 pesos me llevaron a decidir que tenia que ir a cenar ahi. Por que?? Porque desde niño siempre he adorado las crepas y las he considerado como un platillo “de lujo”. “Lujo” que ahora puedo darme (de vez en cuando, pero mas si hay este tipo de ofertas). Dado que eran 2 saladas y 2 dulces, termine cenando unas crepas de jamon con queso y otras de nutella 😀
Por que “un lujo” ?? Bueno, pues precisamente esa es una de las huellas de mi niñez. Hace muchos años… cuando Plaza Mexico aun olía a nuevecita, mi padre nos llevaba mucho a pasear ahi. Habia un local de crepas en el centro de la plaza llamado “Crepanie” -como es que me acuerdo de esto y no de lo que desayune ayer?- y mis hermanos y yo casi no saliamos del local de videojuegos (Diversiones Moy) que ahi habia. (Huy! Aun recuerdo la musiquita de un juego de carritos que echaban humo para atrapar a los que intentaban chocarnos!). Me encantaban esas salidas, aunque aun recuerdo los sentimientos encontrados que tenia cuando comiamos crepas, pues veia la preocupacion de mi madre al ver que sus chamacos querian mas y mas de esas delicias que costaban mucho (para el presupuesto familiar de aquella epoca en verdad era un lujo… yo apenas empezaba a darme cuenta de esas situaciones financieras). Creo que ahí fue donde aprendí -aun siendo niño, y uno de insaciable apetito ademas- que no siempre se podía comer a llenar (y que cosas de la vida… ahora me lleno con mucho menos que en esa época!). Da melancolía recordar esos tiempos en los que uno no se preocupaba por nada, no?